viernes, 9 de octubre de 2015

Musica

El corrido es un género musical mexicano también conocido como mariachi y desarrollado en el siglo XVIII. Se trata de una narrativa popular en forma de canción y poesía, de balada. Las canciones pueden tratar de temas políticos, de eventos históricos y de relaciones sentimentales. El corrido jugó un papel importante durante la historia de México como una fuente de información sobre los movimientos, las victorias, y las pérdidas de la revolución.1 Los corridos continúan siendo muy populares hoy en día en México. Los corridos han evolucionado mucho, hoy en día hay diferentes subgéneros por ejemplo el narcocorrido. Chile ha adoptado los corridos y las rancheras, los cuales ya son parte de su folclore música popular, escuchándose principalmente en las zonas rurales.




Los inmigrantes europeos que llegaban en el siglo XIX a los estados mexicanos de Texas, San Luis Potosí, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas principalmente traían consigo instrumentos a México como el acordeón y el ritmo que daría origen a la música del norte en general, la Polca, a la que en suelo americano se le añadieron más instrumentos como la batería y que más tarde se uniría a los relatos mexicanos de esa época, originando el corrido norteño.
Hasta el arribo y consolidación de los medios electrónicos de comunicación masiva (mitad del siglo XX), el corrido se utilizó en México como un medio informativo y educativo de primer orden, incluso con fines subversivos, debido a su aparente simplicidad lingüística y musical, apropiadas para la transmisión oral. Tras popularizarse la radio y la televisión, el género ha evolucionado hacia un nuevo estado, aún en proceso de maduración, aunque la mayoría de los especialistas asegura que está muerto, o por lo menos agoniza desde entonces (véanse las afirmaciones de Vicente T. Mendoza en El corrido mexicano, 1955).
Los ejemplares vivos más antiguos del corrido son versiones transculturadas de romances mexicanos, relativos sobre todo a amores desgraciados o sublimados, así como a temas religiosos. Éstos, que incluyen (entre otros) "La Martina" y "La Delgadina", muestran las mismas pautas estilísticas básicas que la mayoría de los corridos posteriores (tiempo de 1/2 o 3/4 y composición literaria en "verso menor", PAFSNFJ , versos de ocho o menos sílabas fonéticas, agrupados en estrofas de seis o menos versos).
Fue hasta la Guerra de Independencia (1810-1821), y de ahí a lo largo de la Revolución mexicana (1910-1921) y las revueltas religiosas o caciquiles (1926-1934) originadas por el nuevo orden político, que el género prosperó y adquirió los conocidos tonos "épicos" que tanto se resaltan, así como la estructura narrativa en tres instancias antes mencionada, produciéndose el grueso de los ejemplares vivos, que se refieren a líderes revolucionarios, religiosos o populares, así como sus hechos o, incluso, su "martirologio".
Con la consolidación del "Presidencialismo" (orden político instituido tras la Revolución Mexicana) y el éxito de los medios electrónicos de comunicación masiva, el corrido perdió mucho de su papel informativo, volviéndose, por una parte, un ingrediente del culto folclorista, y por otra, en la voz de los nuevos subversivos: trabajadores oprimidos, productores y traficantes de drogas; activistas de izquierda, campesinos emigrantes (sobre todo a [E. U.].
Esta vertiente es considerada por los académicos la etapa "decadente" del género, que tiende a borrar las características estilísticas y estructurales del corrido "revolucionario" o tradicional, sin mostrar aún una pauta clara o unificada de evolución. Esto es representado sobre todo por el "narcocorrido", canciones dedicadas a figuras relacionadas con el narcotráfico, muchas veces ordenadas y pagadas por ellos mismos a músicos y compositores.

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